Durante décadas, acceder a la educación superior en Colombia ha sido más un privilegio que un derecho garantizado. Las barreras económicas, geográficas y sociales han limitado las oportunidades para miles de jóvenes. Sin embargo, el crecimiento del ecosistema Fintech está transformando esa realidad.
Hoy, gracias a plataformas tecnológicas que integran soluciones financieras con modelos educativos más flexibles, estudiar es una opción más cercana, viable y sostenible. En ese sentido, las Fintech no solo están redefiniendo el acceso al crédito educativo, sino también la forma en que se concibe y se gestiona el proceso de aprendizaje. Están abriendo caminos para que más colombianos puedan ingresar, permanecer y avanzar en el sistema educativo.
El acceso a la educación, aunque hoy es más amplio, no siempre garantiza la permanencia. Muchos jóvenes, al comenzar sus estudios, enfrentan dificultades emocionales, económicas o de orientación vocacional que dificultan el aprendizaje sostenido. Cuando estudiar se convierte en una carga más que en una oportunidad, el riesgo de deserción aumenta.
Por eso, en el sistema educativo actual, es clave promover esquemas que ayuden a los estudiantes a conectar el aprendizaje con su proyecto de vida. Aquí, las Fintech aportan no solo soluciones de financiamiento, sino también herramientas que alivian la carga económica y permiten enfocarse en lo verdaderamente importante: aprender, crecer y avanzar.
En Colombia, dentro de las principales barreras que afectan la continuidad educativa se encuentran: trámites complejos, demoras en la aprobación de créditos y falta de información financiera.
Frente a este panorama, el ecosistema de tecnología financiera ha ganado terreno como facilitador del acceso. Gracias a modelos más ágiles, 100 % digitales y enfocados en las necesidades reales de estudiantes y familias, las Fintech ofrecen alternativas de financiación que eliminan procesos engorrosos y rompen con las barreras tradicionales del sistema bancario.
Este crecimiento se refleja en las proyecciones para 2025, donde se estima que el 54 % de las Fintech en Colombia generarán ingresos entre 5 y 15 millones de dólares, un 20 % más que el periodo anterior, evidenciando la consolidación y madurez del sector.
Cuando estudiar deja de ser una carga burocrática y financiera, el interés por aprender crece. Y con él, también se fortalece el propósito profesional y ciudadano que debería construirse desde las aulas.
El ecosistema digital que permite estas innovaciones también se ha nutrido del trabajo del sector público. El Ministerio de Tecnologías de la Información y las Comunicaciones ha sido clave en la promoción de la conectividad en todo el país.
Solo en los primeros cuatro meses de 2024, MinTIC conectó a internet a más de 75.000 hogares en 514 municipios. Estas cifras reflejan una apuesta concreta por cerrar la brecha digital, un paso necesario para que las soluciones Fintech puedan llegar a más rincones del país.
El impacto de las Fintech en Colombia va más allá del crédito: están transformando el vínculo entre tecnología, educación y equidad. Ya no se trata solo de financiar estudios, sino de abrir oportunidades reales para que más personas accedan, permanezcan y se gradúen, sin que su origen socioeconómico sea una barrera.
Plataformas como One2Credit —que operan 100 % en línea y están diseñadas para solicitar un crédito educativo en menos de 15 minutos, sin necesidad de historial crediticio ni papeleo físico— ejemplifican cómo la tecnología puede facilitar soluciones ágiles y accesibles. Su enfoque no solo responde a una necesidad, sino que demuestra que es posible hacer educación inclusiva desde lo financiero.
A medida que este ecosistema evoluciona, también lo hacen las posibilidades de cerrar brechas históricas en el acceso al conocimiento. En un país donde la educación es la vía más directa hacia la movilidad social, el avance de las Fintech no solo es bienvenido: es urgente.