Cómo reinventar nuestras profesiones y empresas?
Durante este aislamiento hemos retornado al hogar, donde hemos tenido que integrar todos los roles de nuestra vida en un solo espacio y compartirlos con los más cercanos ha comenzado a detonar, según el observador, distintos beneficios o malestares. Hoy más que nunca se hace evidente la importancia del desarrollo de habilidades sociales o blandas, ya que sin éstas es imposible adaptarse a cambios de manera eficiente.
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Las personas que se encuentran atravesando ataques de ansiedad, que han perdido la calma, que han entrado en crisis al interior de sus familias, están dándose cuenta que no tenían realmente un hogar sino una fachada, donde simplemente ejecutan una labor día tras día en sus distintos trabajos para llegar a compartir espacios mínimos con sus familias. Recordaré siempre un meme argentino que publicaron y decía “en estos días he conocido a dos pibes muy interesantes que dicen ser mis hijos”. Estamos tan abstraídos en el día a día que se ha confundido la esencia del ser humano con la esencia de las empresas.
Hemos de tener en cuenta que la esencia de cualquier empresa, sin importar su rubro, sector u objeto social, siempre es creada con una intención y es la de generar rentabilidad. Si una empresa no genera rentabilidad está condenada a morir.
Mientras que, la esencia del ser humano es vivir en bienestar, un bienestar que abarca distintas dimensiones, el bienestar es transversal y es una cuestión que se fundamenta con el ser por encima del tener. En estos días de aislamiento existe una gran parte de la población que se ha dado cuenta que puede ser más eficiente en sus tareas administrando su propio tiempo y ya no requiere “marcar tarjeta” para ser medido, su producción se liga con una palabra clave: “RESPONSABILIDAD”. Se han dado cuenta que el estrés no es cuestión exclusiva del trabajo que realizan o de sus familias, han comenzado a tener el discernimiento, de cómo y en dónde son más productivos, aquellos que se han ido adaptando rápidamente son aquellos que han establecido rutinas claras, volviendo eficaz el uso de su tiempo y de los espacios. Han encontrado por si solos los horarios donde el internet va más rápido, se han dado cuenta que pueden disponer de tiempo para compartir en familia y que diversificar en las formas de socializar es posible. Aquellos que están sufriendo son los que más se resisten al cambio, aquellos que quieren que todo vuelva a ser como antes.
Hoy más que nunca los colaboradores deben saber comunicarse y reinventar sus cadenas de valor, entregar lo mejor de si conociendo a la perfección a sus clientes internos y externos. Pero por encima de todo conociendo a su cliente interior.
Debemos aprender a integrar la tecnología para este propósito, la tecnología es un factor clave en el proceso de reinvención, contratar profesionales competentes en la integración del mundo mental y emocional para ponerlos al servicio de la productividad de las organizaciones es clave. Hacer un puente entre la empresa y la persona que logre crear vínculos de valor.
En Hope Evolution, hoy en alianza con la Fintech DiBanka, hemos logrado desarrollar procesos de formación de equipos de manera virtual desmitificando la presencialidad, usando plataformas masivas y de uso gratuito, con costos razonables para nuestros clientes. Estos procesos de formación logran un alto impacto en la elevación de la responsabilidad y compromiso de las personas con esta nueva realidad que nos atañe a todos.
Esto logrará aportar al desarrollo del bienestar de las personas y no bastando con esto se trasciende a las familias. Con la tecnología ahora las empresas han entrado a las casas de sus colaboradores y hay que entrar con amabilidad, como invitados especiales a ese espacio tan privado. Hay que hacerlo con tacto. Hoy más que nunca las empresas cuentan con una oportunidad de oro de invertir en sus colaboradores para encender la coherencia de mente, emoción y acción, para que así se active en el inconsciente el compromiso, la responsabilidad y el agradecimiento.
Con estos procesos virtuales los colaboradores y sus líderes hacen consciencia del momento presente, que es el único momento en donde se crea el bienestar individual.
Con emociones de baja vibración y una espiritualidad contrariada se fomenta una actitud inadecuada y sin actitud no habrá seres humanos competentes. ¿de quién depende la actitud? ¿quién cuenta con los recursos financieros o de capital para trabajar en ella? Reinventémonos al invertir en nuestro desarrollo actitudinal y relacional.
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¡Conocerse para gestionarse!